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MARCELIANO SANTA MARÍA (Burgos, 18 de junio de 1866-Madrid, 12 de octubre de 1952). Hijo de una familia muy relacionada con el arte, desde pequeño aprende los oficios de platero y orfebre. Compagina sus estudios con las clases de dibujo impartidas en la Academia del Consulado del Mar durante los años 1879 a 1884, bajo la docencia de Isidro Gil y Evaristo Barrio y en las clases artísticas recibidas en el Círculo Católico. Asiste a clases de pintura y dibujo en el Círculo de Bellas Artes y en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. Concurre a exposiciones nacionales en las que alcanza diversos premios. Estudió en Roma entre 1891 y 1895, aunque regresaba con frecuencia a España. Estaba pensionado por la Diputación de Burgos y durante su estancia en Italia pintó una de sus obras más famosas: El Triunfo de la Santa Cruz, que se expuso en la Exposición Internacional de Madrid y la Exposición Universal de Chicago (1933), donde ganó una medalla única. En 1895 vuelve a España para afincarse en Burgos, donde el Ayuntamiento de Burgos le requiere para pintar cuadros, murales y techos. De esta época es su cuadro El Esquileo (conservado en el Salón de Estrados de la Diputación Provincial de Burgos). A partir de 1900 se dedica a la enseñanza en Burgos y crea una famosa escuela de pintores que siguieron con su estilo. Durante esta época, el pintor realizó numerosos retratos reales, retratos de aristócratas y burgueses locales. No obstante, el sobrenombre de "Pintor de Castilla" le viene por sus innumerables paisajes, de una sensibilidad cercana a la mostrada en literatura por la Generación del 98, que consideraba Castilla y sus paisajes como médula de España. En este tiempo, su cuadro más famoso es Se va ensanchando Castilla, que representa al Cid desterrado y preside la escalera principal del Ayuntamiento de Burgos. Más adelante, en 1920 pinta el fresco La Ley triunfando sobre el mal o El vencimiento de los delitos y los vicios ante la aparición de la Justicia en el techo del Salón de Plenos del Tribunal Supremo. En 1934 participa en la Bienal de Venecia y la Nacional de Bellas Artes le concede la Medalla de Honor. La guerra civil de 1936 no le impide seguir pintando. En 1940 es reelegido presidente del Círculo de Bellas Artes y celebra, con éxito, una doble exposición a la que siguen otras. El año 1943 se le concede la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, y en 1946 la Cruz de Alfonso X el Sabio. Coincidiendo con su 80 aniversario la ciudad le premia con su Medalla de Oro y se inaugura un busto del artista en el Paseo del Espolón.